El objetivo de los siguientes párrafos es intentar desglosar las dos palabras que dan título al post. Entender que significan, qué papel toma el adulto, cúal se le da al niño o la niña y la importancia tiene esto en el posterior desarrollo.
Para empezar a esclarecer el asunto creo importante que como primer paso podamos mirar con los ojos del niño, empatizar con su momento, con su situación, con lo que puede sentir cuando interaccionamos con ellos…
Imaginémonos a nosotros mismos concentrados en un trabajo que tenemos que entregar, una investigación, en la cual estamos profundizando, leyendo información, comparando datos, intentado entender y hacer asociaciones con todo aquello que llega a nuestras manos acerca de ese tema en cuestión para poder sacar una conclusión. Para ello seguro buscamos un lugar que sea propicio y así poder poner toda nuestra atención en aquello que tenemos estamos enfocando…no se nos ocurre ir al lugar más transitado en el centro de la ciudad, lleno de gente e infinidad de sonidos. Buscamos nuestro espacio, nuestro rincón para ello, aquel en el que parece que cuando lo habitamos el trabajo fluye casi sólo. Imaginemos que cuando estamos en el momento en el que todo lo leído parece que va conectando, las ideas empiezan a integrarse unas con otras, a tomar sentido… ¡zas! alguien llega sin esperarlo, sin darse cuenta de nuestra concentración, se dirige a nosotros, nos habla y nos saca de nuestro trabajo (aunque sea porque nos haya preparado la mejor sorpresa del mundo)... Es como si todo ese material mental que hubiéramos estado acumulando en el éter, se desvaneciera en un segundo, nos frustramos, y tenemos que empezar de nuevo, casi desde el principio, si es que aún tenemos ganas.
Poder reconocernos en situaciones parecidas es un gran paso para trasladar este ejemplo a la actividad de cualquier niño o niña.
Por muy insignificante que nos pueda parecer actividades como: llevarse a la boca un objeto, golpearlo contra el suelo, intentar meter un objeto cualquiera por un agujero, saltar, jugar con una muñeca, rodar o simplemente mover las piernas a un lado y a otro, son situaciones que el niño elige de manera interna e intuitiva y son el motor de su aprendizaje y desarrollo. El juego es la actividad fundamental que le permite conocerse a sí mismo y al mundo.
Pedagogías muy reconocidas como Montessori, Loczy, Waldorf o la filosofía de los Wild remarcan la gran importancia de la LIBERTAD de movimiento, de acción, de experimentación y de elección para el normal desarrollo de la infancia:
"El niño posee dentro de sí mismo el modelo para su propio desarrollo, éste guía interior debe permitir dirigir el crecimiento del niño."
Confiar en esta capacidad innata, supone poder CONFIAR EN CADA NIÑO Y NIÑA, reconocer que en cada uno de ellos albergan grandes potenciales y que, actuando de manera respetuosa hacia sus actividades e intereses, cada uno de esos potenciales se irá desplegando.
Esta última idea, que puede parecer sencilla, es de vital importancia. Si tomamos conciencia de lo que ello significa es inevitable cambiar nuestra manera de acompañarles, de dirigirnos a ellos, de plantearles una actividad o juego, de lo que creemos que “deben” hacer según su edad… Si un niño o niña siente que se CONFÍA PLENAMENTE EN SUS CAPACIDADES, su manera de estar hacia el mundo será reflejo de esa confianza mostrándose segur para desenvolverse más adelante en distintas situaciones de aprendizaje.
Y darse cuenta de esto supone tomar conciencia de:
- · El papel del adulto desde esta perspectiva ofrecerá confianza con su presencia, respeto, paciencia y amor, favoreciendo así una seguridad emocional fundamental sobre todo en edades tempranas. Observará el juego, sin anticipar, sin dirigir ni intervenir, a no ser que sea llamado por el niño o niña. Confiará en que el niño está realizando la actividad necesaria para su momento, abandonando muchas veces la idea de que lo que va a proponerle es mucho mejor que aquello en lo que está inmerso, pues no conocemos todos los procesos internos por lo que está pasando (como cuando a nosotros nos daban la sorpresa en el ejemplo que poníamos arriba, aunque fuera preparada con la mejor de las intenciones)
- · La creación de un ambiente preparado y relajado es fundamental por parte del adulto. Un espacio donde todo este dispuesto para que se puedan dar infinidad de aprendizajes, correspondientes con la etapa de desarrollo donde se encuentre cada uno. Un ambiente en armonía y orden, que sirva al niño para crear su propia estructura interna del mundo, que las cosas puedan estar a su alcance y donde pueda encontrar aquello que necesita, favoreciendo así su autonomía. Los límites se convierten así en pautas que ayudan al niño a sentir esa seguridad. Son pocos, claros y fijos desde un primer momento. (Cuidar los materiales, utilizarlos en el lugar correspondiente, no interrumpir el juego de otros niños, etc…)
El ambiente preparado le da todas las posibilidades de experimentación que necesita.
En palabras de Rebeca Wild “Si se siente bien, no sé porta mal”
Es mucho lo que se puede profundizar en cada uno de estos aspectos, aunque el objetivo de este texto es, como decía al principio, ayudar a tomar conciencia quizá a todas aquellas personas que no están tan relacionadas con el mundo de la infancia.
A aquellos que os apetezca indagar un poco más del tema os dejo varios enlaces: